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SECUNDARIOS: MOVIMIENTO SOCIAL ASAMBLEARIO EN CHILE
Yolanda jb / Domingo 11 de junio de 2006
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UNA OPINIÓN LIBERTARIA Y ANTIMILITARISTA

Ya en la tercera semana, amenazados del próximo fin de la parte más evidente del movimiento estudiantil por el cansancio acumulado, el comienzo del mundial de fútbol, las lluvias y el frío de un invierno que, por fin, llegó, los secundarios pueden estar contentos, satisfechos, de los logros obtenidos en su justa lucha de largo plazo.

Podemos decir que comenzó este movimiento amenazado de un pronto declive. Algunas marchas y manifestaciones en las dos primeras semanas de mayo con unos objetivos bien claros: que el gobierno cumpliera los compromisos que había suscrito el año pasado el Ministerio de Educación. Nada más. Simplemente nada más.

Pero nadie les escuchó, nadie los atendió. El gobierno de Michelle Bachellet, recién asumido, ignoró o quiso ignorar los acuerdos tomados por su predecesor, también de la misma alianza en el gobierno. Una táctica ya conocida por los y las secundarios/as: borrar con el codo lo firmado con la mano. La idea del gobierno era simple: empezar todo de nuevo y dejar que el asunto muriera antes de nacer. Pero les secundaries, de años atrás, habían aprendido a monitorear las ofertas y compromisos del gobierno, a no quedarse con palabras sino mantener documentos y agendas a la vista. Por otro lado han aprendido a desconfiar de las dirigencias y a mantener vigilancia tambièn sobre ellas. Así, junto a los centros de alumnos (formales, oficiales, electos según los procedimientos de la democracia representativa) han surgido en cada liceo colectivos y asambleas de estudiantes que se movilizan en torno a las exigencias “gremiales” y sociales. La participación de las “bases” (los estudiantes) está, de este modo, asegurada en principio: la Coordinación se realiza a través de vocerías que responden a las bases y que son rotativas, de mandato restringido. Toda negociación es finalmente resuelta por las asambleas de cada liceo. De cada liceo se designan voceros que se reúnen en asambleas zonales (en santiago son 5: Centro, Norte, Sur, Oriente y Poniente) y regionales. De esas asambleas zonales surgen voceros zonales, quienes coordinan el movimiento a esta altura nacional. Debemos recordar aquí que el movimiento nació en Santiago, pero inteligentemente los secundarios santiaguinos comenzaron a plantear centralmente cuatro temas de alcance nacional: un pase escolar único nacional gratuito para la locomoción colectiva (actualmente los pases son distintos por cada ciudad, tiene horario restringido de uso, se debe pagar anualmente su renovación -aprox. US$ 2- y además se debe pagar por cada viaje un tercio del valor adulto
- aprox. US$0.20 por cada viaje) y gratuidad de los viajes, gratuidad del examen de acceso a la universidad (PSU: Prueba de Selección Universitaria), revisión de la Jornada Escolar Completa (que significa la extensión del horario escolar por cerca de mínimo 9 horas diarias -con máximos de 12-) y, ante todo, derogación de la actual Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, LOCE, promulgada el día anterior al finde la dictadura pinochetista: 10 de marzo de 1990. Estas peticiones, acrecentadas en al menos dos puntos a nivel nacional: fin de la municipalización de la enseñanza pública y fin de la explotación de los alumnos en práctica técnica, comercial e industrial y en muchos puntos a nivel regional y local fue ganado profundidad y extensión por todo el país. Desde Arica en el extremo norte hasta Pto. Williams en la Provincia Antártica (Cabo de Hornos). La lucha no amainó sino que por vía de las tomas de los liceos (ocupación del establecimiento educacional por las asambleas de estudiantes) fue entusiasmando no sólo a los propios estudiantes sino a todo el país que año a año vive la experiencia de una educación neoliberal.

La LOCE vino a establecer finalmente en Chile el neoliberalismo en la educación, este proceso iniciado en los años ’80 por la dictadura mediante la municipalización de la educación pública (traspaso de la administración de los liceos y colegios desde el Ministerio de Educación a las Municipalidades) y por la destrucción de las universidades estatales y la apertura de universidades privadas no tradicionales (o sea no de la iglesia ni de la masonería). Esta LOCE colocaba como valor principal la libertad de educación por sobre el derecho a la enseñanza. Así los dueños de colegios (“sostenedores”) se dividen en dos grandes clases: públicos (municipalidades) y privados (particulares). Estos últimos hay de dos tipos: los que reciben subvención (recursos) estatal y los que no. Así si bien en principio cualquier padre podrá colocar su hijo donde quiera, a los colegios privados no subvencionados sólo llegan quienes tiene dinero (y otras cualidades) para hacerlo. A los colegios particulares subvencionados podrá llegar cualquiera (su costo es menor) que el establecimiento quiera recibir -la libertad de educación según la LOCE consiste que la libertad del sostenedor de decidir que alumnos tener en su establecimiento-. Así los alumnos que desecha el aparato privado llegan finalmente a la educación municipal. Es decir, los pobres y los niños calificados como “problema” por el sistema privado. Y lo que es peor, dentro del sistema municipal también se implantan jerarquías entre aquellas municipalidades que quieren mantener “calidad” -eliminando quienes bajan el standard- y todas las demás.

Este sistema neoliberal ha establecido una serie de secuelas de largo plazo: el establecimiento de verdaderos holdings de enseñanza que controlan en vertical el proceso (básica, media, preparación para la PSU y superior) y una caída estrepitosa de los niveles de calidad, según se comprueba en mediciones nacionales e internacionales.

Esto acompañado de la pérdida de ingresos de los profesores, en fin, de todos los trabajadores de la educación, ha hecho que hoy más que nunca el esfuerzo por la educación sea vista como un problema a enfrentar por cada familia, asumiendo el costo monetario del esfuerzo educativo o asumiendo el costo futuro de tener uno de sus hijos escolarizado en la ignorancia y rutina de los colegios pobres de Chile. Frente a esto, la rebelión de los secundarios (cuyas escasas posibilidades en el mundo competitivo de la enseñanza superior, profesional o técnica les aparece de manera dramática mientras más se acercan al fin del ciclo medio) vino a catalizar toda la indignación social que el país tiene frente a esta injusticia de décadas. Ya “los Prisioneros” lo cantaron en su momento (los 12 juegos) pero esa canción de principios de los ’80 sigue teniendo actualidad.

Encontraron apoyo y aliados los rebeldes secundarios sobre todo cuando inteligentemente decidieron no salir más a la calle pues sus salidas en marchas y protestas eran colocadas por la prensa como “violencia” y vandalismo”. Se quedaron al interior de los liceos soportando hambre, frío y enfermedad y desesperando al gobierno, que finalmente tuvo que ceder.

Gran parte del petitorio de los secundarios ha sido aceptado, no exactamente como ellos querían pero si bastante mejor de lo que había: el pase escolar será gratuito (aunque deberán seguir pagando pasaje) y su uso se extendió a todos los días, todas las horas, casi todo el año. La PSU será gratuita para los 4 quintiles más pobres de la población. La Jornada escolar Completa será revisada, lo mismo que la Municipalización y ya se aseguró un sueldo mínimo para quienes realicen su práctica de enseñanza técnico-industrial. La LOCE entró en franca revisión y la Presidenta de la República convocó aun amplio Consejo Asesor para la Reforma de la Enseñanza. Amplio aunque de corte académico-gremial tiene un fuerte componente político en el cual ha entrado buena parte de la izquierda extra-parlamentaria (que sueña con ser parlamentaria).

Los secundarios fueron invitados (lo mismo que los universitarios) a ser parte de este consejo y ese es la discusión en que están hoy. Su movimiento ha traído dividendos políticos a la izquierda extraparlamentaria (han sido llamados a rehacer políticas públicas, reconocidos como interlocutores) y al gobierno (bueno, la Concertación siempre quiso acabar con la LOCE pero nunca tuvo la voluntad política para ello; además descubrieron que la educación era tan buen negocio: la mayor parte de los partidos tiene su casa universitaria, o varias).

Pero la enseñanza que más han entregado es que la movilización social da frutos, que los proceso asamblearios dan más consistencia, coherencia y participación a las luchas sociales y que no basta con conformarse con triunfos parciales o compromiso de corto plazo, que los procesos hay que seguirlos y de algún modo, administrarlos para que no decaigan. No olvidemos que los secundarios tuvieron gran importancia en la derrota de la dictadura, que el valor de su lucha fue desconocido al llegar la democracia. Que el proceso asambleario viene de la mano de los anarquistas que a fines de los ’90 dieron fin a la histórica Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES) para esa época absolutamente controlada por las juventudes políticas. Que el “mochilazo” del 2001 validó socialmente entre los secundarios la forma asamblearia de organizarse (surgió allí públicamente la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios ACES).

No olvidemos tampoco el intento de los partidos políticos de todo tipo de cooptar a los secundarios y como ellos han sabido enfrentar eso, no olvidar que en su petición de sumarse a un paro nacional os “trabajadores” no estuvieron (los sindicatos de todo tipo brillaron por su ausencia, incluso los anarcosindicalistas -aunque debemos reconocerlo, estos en Chile, por el momento, no existen). No olvidaremos los intentos de los neonazis de amedrentar y expulsar las tomas, demostrando a todas luces la capacidad y presencia que tiene y que el gobierno se niega a reconocer como un problema social. No olvidaremos a los miles de estudiantes detenidos, criminalizados, abusados por la policía, heridos, enfermos, que pasando hambre y frío sostiene el más importante y justo movimiento social en Chile desde la ocupación de la Mina de carbón de Lota, a mediados de los ’90 y que tuvo el triste fin de ver trabajando en conjunto al PC y el gobierno para poner fin a un movimiento social a costa de dejar a toda una ciudad sin fuente de trabajo.

Pelao Carballo desde el Ni Casco NI Uniforme para el MOC Chile y el mundo antimilitarista y libertario

SANTIAGO, JUNIO DE 2006


Movimiento de Objecion de Conciencia NI CASCO NI UNIFORME

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